Temporada 2005

(la última parte de ella)

    Llevo bastante tiempo sin escribir nada en este apartado. Y no es que no se haya volado. Todo lo contrario, se ha volado y mucho. El club ha crecido, hay nuevos socios (Juanma, Miguel Angel, Francisco) y hay mucha afición. Por lo tanto vamos a continuar escribiendo algunas de las cosas que pasan por el campo de vuelo cada semana.

    Mandadme vuelos, anécdotas, comentarios o cualquier cosa relacionada con el vuelo.

Fin de semana
Actividad
5-6 de noviembre
Anticiclón de invierno, fin de semana perfecto. El sábado por la tarde un vuelecillo hasta Matilla. Hace diez días que han terminado de asfaltarlo y el resultado es impresionante. Entrando en final te parece estar aterrizando en Barajas (más o menos). La verdad es que una pista asfaltada de 1-km de longitud con su correspondiente vía de rodadura es un lujazo. Enhorabuena a los de Matilla. Después de disfrutar de la pista de Matilla, pues otra vueltecilla por los alrededores de Tordesillas. El retorno al campo fue una gozada, el sol en la cola y una visibilidad de vicio. El avión no se movía absolutamente nada, así que con los brazos cruzados y a volar con los pies. El Colibrí es muy estable y se puede volar sin problemas sólo con los pies.

Tanto el sábado como el domingo estuvo volando Mariano. El tío con el tango se da unos paseos impresionantes. Además con la filosofía TuboTela más pura: se va a hacer una visita y se para, que si no es de mala educación. Así que él va a un pueblo, pero aterriza, charla un rato con el personal y se vuelve. Si señor.

El domingo igual. Por la mañana un montón de visitas de otros campos. Yo no estuve así que me lo perdí. Por la tarde Roberto, Mariano y yo. El vuelo magnífico. El avión se movía todavía menos que el sábado. Estuve por la zona de Peñafiel, de pueblo en pueblo. En resumen, un fin de semana inmejorable. Ya se sabe que en verano se vuela más que el resto del año, pero estos días fríos y estables de invierno son, sin duda, los mejores.

Por cierto, el Colibrí ya casi es del club, los papeles están llegando.... Y el tango cabinado viene de camino. Así que a volar hasta que queden las alas como el papel de fumar.
22-23 de octubre
El típico fin de semana engañoso. Todos los meteorólogos de acuerdo, que va a llover, que no vais a poder volar, que en casa a ver la tele. Pues no. Pues el domingo nada de viento aunque nubes bajas, pero pequeñitas y dispersas. Nada de amenazadores cumulonimbos. Total que un vuelo de película. Despegué a las 17:30 con nada de viento y una temperatura de 15 grados. Subo a 300 metros y veo que las nubes están cerca. Así que pongo 5500 otra vez y voy subiendo a 4-m/s. Cada vez están más cerca, casi se pueden tocar. Sigo subiendo hasta que paso a su altura. Están muy dispersas así que tengo un montón de huecos para pasar. Un vuelo por encima de nubes es una gozada (siempre que no sean nubes compactas, claro). Al pasar por encima y mirar hacia abajo es como mirar desde la cima de un acantilado. Estuve un rato disfrutando como una bestia y sin acordarme de los jodíos meteorólogos. Para bajar, motor al ralentí (3000 vueltecillas) y anemo a 100-km/h. Así que con el frío que hacía ahí arriba, en muy poco tiempo la temperatura de las culatas se igualó a la del ambiente. Puse 4000 vueltas para evitar que se calara.   Cuando bajé estaba esperando Constantino para dar una vuelta con el Colibrí.

Total que en el campo no había nadie más, salvo Antonio, un chico de un pueblo de al lado de Turégano que había venido con toda la ilusión a volar. Como no estaba Alejandro me pidió a mi que le diera una vuelta. Yo ya iba mal de tiempo pero hacía mucho que no veía a una persona con tanta ilusión por el vuelo. Así que Antonio y yo nos dimos una vuelta en el tango del aeroclub. Es una gozada volar con alguien que tiene tanta ilusión. Esperemos que tenga suerte y pronto pueda cumplir su sueño.

El fin de semana que viene, más.
8-9 de octubre
Aire on, gases en off, cronómetro en marcha, bomba de gasolina en marcha, contacto, espero un poco y arranco. El motor gira y en un par de segundos arranca. Como llevo unos días sin volar, ando un tanto torpe y abro gas antes de tiempo, la mezcla se empobrece y casi lo calo. Reacciono, quito gases y el motor vuelve a coger vueltas. Poco a poco quito el aire. Va redondo.

Acaban de aterrizar Fernando y Alejandro con el P92. Llevan todo el día haciendo escuela, tomando y despegando. Es una gozada ver volar el P92. Estoy operando yo sólo así que dejo que el avión vaya yendo hacia la pista mientras calienta. Rápidamente la temperatura de la culata llega a 100 grados. Hace bastante calor así que abro un poco la toma de aire de la cabina. Son las 5 y media de la tarde del 8 de octubre. No hay excesivo sol así que espero que no se mueva mucho. Prefiero los vuelos tranquilos.

Cabecera de la pista 25. El viento entra un poco cruzado. 100 grados en ambas culatas. Subo el motor hasta 5000 vueltas con los frenos calados para comprobar cómo gira. Lo bajo a 3000. Mandos libres, nadie en tráfico ni en pista.  Motor a tope, 6000 vueltas. El Colibrí salta hacia delante y empieza a coger velocidad. Cuando llego a 60 tiro un poco para levantar la rueda delantera. Se va al aire. Cedo un poco de palanca y le dejo llegar a 90 y en ese momento entro en el rebufo del hangar. Ya lo había previsto. El viento siempre se esconde detrás del hangar para hacerte bailar un poco al despegar y al aterrizar. Se mueve algo, pero voy bien de velocidad y no hay problema.

Subo a 90 y a 6 metros/segundo. Voy haciendo el tráfico. Bajo a 5500 al llegar a 150 metros. Debería subir a 4 m/seg. más o menos, pero no, voy a 0. No hay que pensarlo mucho, estoy en una descendencia. Así que un poco de paciencia y ... "vualá" la ascendencia está aquí. Subo a 6-8 m/seg durante un rato. Hago un 360 para no perderla y ya estoy a 300 metros. Bajo a 5000 vueltas, el Colibrí vuela 110 km/hora. Se mueve algo así que lo dejo subir hasta 450 metros. Ya se mueve menos.

Llevo 40 minutos disfrutando. Toca volver (hoy tengo algo de prisa, como siempre). Hay que aterrizar. Cuando empecé a volar en solitario me daba mucho más respeto el aterrizaje que el despegue. Pero según uno va volando más horas le pasa lo contrario. Se da cuenta de que es mucho más delicado el despegue (pero mucho más). La confusión viene porque es más fácil despegar que aterrizar.

Así que nada, a perder altura. Pero no quiere. Voy a 4500 de motor y el vario está a 0. Bien, ahora hay una ascendencia, cuando lo que yo quiero es bajar. Paciencia, paciencia, paciencia y, ya está, por fin tengo mis -8m/seg. Entro viento en cola izquierda para la 25. Llego hasta la carretera de Madrid, base, larga final. Voy a 90 así que levanto el morro para bajar a 70. Saco flaps y compenso (el timón pesa mucho en estas circunstancias). Voy a 70-80 km/hora y ajusto con el motor. En realidad no lo toco, no es por "fardar" pero a pesar de que hay algo de meneo, he ajustado bastante bien. Corta final, vista al frente y recogo con suavidad mientras quito motor. Sigo tirando y toca suavemente. Bastante bien aunque está mal que yo lo diga. Pero es que si no no lo dice nadie. Colibrí al hangar. Hasta la siguiente.