Sábado, 5 de julio. Hoy no hay que madrugar para ir a trabajar. Así que a relajarse. Son las siete menos diez de la mañana y estoy en pie dispuesto a tomarme el café. Curioso, me he levantado antes de la hora normal para ir a trabajar y sin embargo no siento la típica depresión de todos los días.







La "Yamaja" preparada. Si será pronto que no da ni sombra. Ya está mayor, pero no se queja.



















En el campo. La manga magnífica. Hoy se va a volar de vicio.





























Saco el tanguillo. Tranquilamente le hago la revisión prevuelo. Siempre igual, empiezo en el motor y acabo en el motor dando toda la vuelta. Y, siempre igual, nunca encuentro nada anormal. No importa, me gusta hacerlo (y es bueno). Además, se ve absolutamente todo. No hay tuerca ó cable que no se pueda comprobar. Al cabo de los años acabas por conocerlas a todas (las tuercas) por su nombre. No importa si has volado algo, poco, mucho o bastante, en este momento ya sientes un hormigueo en el estómago y estás deseando estar allí arriba, en lo azul.

Hoy será uno de mis últimos vuelos en este tango y lo voy a sentir. Lo he pasado estupendamente con él y nunca jamás me ha hecho un extraño. Fácil de volar, con el viento en la cara a 60-Km/h y el suelo a 300 metros  por debajo. Que nadie hable mal del tango delante de mi. Gracias a él he conocido Castilla desde arriba y eso es algo que no se olvida.
















Venga, menos rollo y a calentar motores (siempre se dice en plural, pero sólo hay uno). 3000 revoluciones, la temperatura todavía algo fría, 19 grados y son las 8 de la mañana (extraordinario), el altímetro calado y los cordones atados.




















Motor a fondo y a correr por la 07. El avión no está muy alineado, pero no hay nadie en el campo así que no hace falta presumir.


























¿Ya había dicho que éste era uno de mis últimos vuelos en este tango? Pues este es el culpable, Roberto. Será él quién lo disfrute a partir de ahora.

Ya estamos en el aire. Como podéis ver, hay multitud de alternativos. Esto es Castilla.























Un vistazo a los instrumentos. Seguimos a tope (6500 vueltas), la temperatura del agua subiendo (izda.), ya estamos a trescientos cincuenta pies y subimos a 2.5-metros/segundo (450-pies/minuto). No es un caza precisamente, pero suficiente. Se puede mejorar reduciendo la velocidad, pero de ésta siempre conviene tener una reserva. Por cierto, ahora la temperatura ha bajado a 14 grados. Esto ya es más normal, a pesar de estar en julio. Los cordones siguen atados y los vaqueros de volar algo raídos. El botoncito rojo que se ve en primer plano es para hablar por la radio;el botón de la ametralladora no se ve en la foto.


















Ahora un vistazo fuera. De frente se ve la azucarera de Olmedo y el mismo Olmedo a la izquierda (casi no se ve). Pinos y cereal, cereal y pinos. El cereal sirve como campo alternativo, los pinos no (no olvidar).
























Otro vistazo a los instrumentos. A la izquierda vemos como la temperatura del agua ya está estabilizada. Normal, ya hemos dejado de ir a tope.  5100 vueltas, 70-Km/h, vario a cero y seiscientos cincuenta pies (alrededor de 200 metros) de altura. Por cierto, Roberto debe calzar algo así como tres números más que yo, no hay más que fijarse un poco.
























Ya estamos en tierra. Aquí tenemos a Roberto con su nuevo avión, ponsando en plan Lindbergh. Ha sido un vuelo muy tranquilo, no se movía nada. De estos en los que parece que uno sabe volar, vamos, de los que hacen afición. Hoy sí ha merecido la pena madrugar, no como el resto de la semana. Otro día más.